El Gobierno polaco anuncio que imputara a dos ciudadanos ucranianos por un ataque con explosivos contra una via ferrea utilizada para suministros a Ucrania, calificado por las autoridades como un acto de sabotaje de naturaleza terrorista. El primer ministro, Donald Tusk, afirmo que los sospechosos colaboraban con los servicios secretos rusos y huyeron a Bielorrusia tras el atentado.
El incidente tuvo lugar durante el fin de semana en el tramo ferroviario que une Varsovia con la frontera ucraniana, cerca de la localidad de Mika, a unos 100 km al sureste de la capital, donde una explosion dano las vias. Paralelamente se registro un segundo ataque contra el tendido electrico en la region de Pulawy. No se reportaron heridos.
Tusk describio el hecho como “un acto de sabotaje sin precedentes” y afirmo que este tipo de ataques atentan directamente contra la seguridad nacional. El ministro de Exteriores, Radek Sikorski, lo califico como un “acto de terrorismo de Estado” y anuncio el cierre del ultimo consulado ruso activo en Polonia como parte de la respuesta oficial.
Desde Bruselas, la alta representante de la Union Europea para Asuntos Exteriores y Seguridad, Kaja Kallas, apoyo la reaccion polaca y abogo por “una respuesta firme”, al tiempo que advirtio sobre el riesgo de una escalada que pudiera beneficiar a Moscu y sembrar miedo en la sociedad europea.
El Reino Unido condeno de forma rotunda el sabotaje: la ministra de Exteriores, Yvette Cooper, califico el ataque de “inaceptable” y ofrecio apoyo a Polonia en la investigacion, vinculandolo al aumento de “incidentes hibridos” relacionados con el entorno ruso y subrayando la importancia de la cooperacion con Alemania.
Segun la acusacion polaca, los dos ucranianos identificados -uno con antecedentes por sabotaje en Ucrania y otro procedente de Donbas- entraron desde Bielorrusia, realizaron la operacion y regresaron al mismo pais. Se detalla que emplearon una abrazadera de acero para provocar un descarrilamiento y que el artefacto explosivo podria ser de tipo militar, posiblemente C4.
Polonia y sus aliados enmarcan el episodio en lo que denominan la estrategia de “guerra hibrida” de Moscu, dirigida a minar el apoyo occidental a Ucrania, sembrar temor y dividir a las sociedades europeas. En este contexto, la UE y los paises de la OTAN consideran reforzar la proteccion de infraestructuras criticas, desde cables submarinos hasta lineas ferroviarias, conscientes de que el objetivo va mas alla del dano material.
Rusia rechazo de forma categorica las acusaciones y advirtio que tomara represalias diplomaticas. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, afirmo que las relaciones con Polonia “se han deteriorado por completo” y atribuyo las imputaciones a una creciente “rusofobia” en Varsovia.
En respuesta, el Ejecutivo polaco anuncio el despliegue de hasta 10.000 soldados para reforzar la vigilancia de infraestructuras sensibles, una medida inusual que subraya el alto nivel de alarma ante este tipo de ataques.
El episodio eleva la tension entre Europa del Este y Moscu. La acusacion formal contra ciudadanos ucranianos que, segun Varsovia, actuaban para Rusia, junto al respaldo publico de la UE y del Reino Unido, suponen una escalada diplomatica con posibles repercusiones juridicas, operativas y militares. La linea ferroviaria entre Varsovia y la frontera se convierte en un blanco estrategico y en un simbolo de alerta para un continente que debe decidir si responde con firmeza o cede ante la intimidacion.
