Artajona se distingue por sus murallas del siglo XI, torres imponentes y una iglesia-fortaleza con techo invertido y campanas dirigidas hacia el interior.
Situado en el corazon de Navarra, el pueblo rompe con la imagen convencional que muchos esperan encontrar en un enclave medieval.
Su originalidad no es casual: el caracter singular de Artajona lo hace un destino atractivo, donde lo insolito forma parte de la identidad local, segun Conde Nast Traveler.
El recorrido comienza en el Cerco, el recinto amurallado, considerado uno de los conjuntos defensivos mejor conservados de Espana. De las catorce torres que tuvo originalmente, nueve aun se mantienen en pie, resistiendo el paso del tiempo.
Pasear entre sus torres almenadas permite imaginar la vida de quienes, hace siglos, cruzaban estas murallas enfrentando el viento y la dureza del paisaje.
El portal de San Miguel, entrada principal al Cerco, introduce a un espacio donde la limpieza y el cuidado del patrimonio son evidentes, como senala Conde Nast Traveler.
La iglesia de San Saturnino: una fortaleza con techo al reves
En el interior del Cerco se alza la iglesia de San Saturnino, una fortaleza gotica del siglo XIII edificada sobre restos romanicos. Ademas de su funcion religiosa, el edificio formo parte del sistema defensivo del lugar.
Algunas zonas de la nave se utilizaron como carcel, pozo y puesto de guardia, y la portada gotica conserva escenas esculpidas del martirio de San Saturnino en el dintel.
Lo mas llamativo es su techo invertido: una solucion arquitectonica practica ante la escasez de agua en la zona.
El diseno recogia el agua de lluvia y la canalizaba hacia un aljibe situado dentro de la iglesia, una respuesta ingeniosa que sorprende a los visitantes y subraya la singularidad de Artajona, segun Conde Nast Traveler.
Campanas hacia adentro: tradicion y pertenencia
El campanario refleja el espiritu comunitario del pueblo con campanas orientadas hacia el interior, una tradicion conservada por los vecinos.
El toque de campanas se organiza de manera que una marca el compas y las demas responden, creando una melodia que refuerza la sensacion de pertenencia entre los habitantes.
Gastronomia y vida cotidiana: autenticidad sin artificios
La vida cotidiana en Artajona mantiene un fuerte apego a las tradiciones. El “tomate feo” de Artajona, de aspecto irregular, es un producto local muy valorado; su temporada principal es en otono y su sabor lo distingue de los tomates comerciales.
Conde Nast Traveler lo describe como “el tesoro mas ‘feo’ de Navarra”: valioso por su sabor y llamativo por su aspecto irregular.
La oferta gastronomica es reducida pero autentica. Destacan dos establecimientos: el Asador el Cerco, especializado en cocina tradicional navarra como chuletillas de cordero a la brasa y pochas con guindillas; y La Quinta Taberna, que ofrece menus caseros a buen precio y un ambiente familiar.
Mas alla de las murallas: historia, espiritualidad y fiesta
Fuera del recinto medieval conviene visitar otros puntos de interes. En las afueras se encuentra la Ermita de Nuestra Senora de Jerusalen, patrona de Artajona, que guarda una talla en cobre de la Virgen datada entre finales del siglo XIII y principios del XIV.
Aunque suele estar poco accesible al publico, la ermita aporta una dimension espiritual al entorno. A unos cuatro kilometros del Cerco, los dolmenes de la Edad de Bronce evidencian la antiguedad del asentamiento y ofrecen una opcion para conectar con sus origenes prehistoricos.
Al final del verano, Artajona celebra la Fiesta Medieval, declarada Fiesta de Interes Turistico. Durante la celebracion el pueblo se transforma en un escenario vivo donde se recrea la historia y los vecinos rememoran el pasado, manteniendo vivo el vinculo con su legado.
