2 de diciembre de 2025
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Tor, primer perro de acompañamiento terapéutico de la región

El cachorro forma parte de Clínica Monte Grande desde hace tres meses.

La llegada de Tor responde a una estrategia institucional orientada a fortalecer el cuidado humanizado y mejorar la calidad de la atención. El cachorro está siendo entrenado específicamente como perro de soporte emocional para acompañar situaciones complejas dentro de la clínica, con el objetivo de ofrecer consuelo y apoyo afectivo a pacientes y acompañantes, además de contribuir al bienestar del equipo de trabajo.

Actualmente Tor atraviesa la etapa típica de cualquier cachorro: mucha energía, curiosidad y algunas travesuras. Ese comportamiento natural forma parte del proceso de socialización y aprendizaje. A la par, el equipo a cargo observa avances notables en su entrenamiento: responde cada vez mejor a las indicaciones básicas y demuestra progresos que generan satisfacción en quienes lo cuidan. “Ver cada progreso nos llena de alegría. Pensar que ese perrito juguetón hoy responde a las indicaciones es emocionante”, comentaron desde el equipo responsable.

El trabajo con Tor combina un enfoque técnico —obediencia, adaptación a distintos entornos y manejo de reacciones inesperadas— con una mirada centrada en la experiencia emocional de las personas. La presencia del animal en el ámbito clínico está pensada para humanizar la experiencia hospitalaria: proporcionar momentos de calma, reducir la sensación de soledad, aliviar la ansiedad en pacientes que atraviesan momentos difíciles y mejorar el ánimo general. Los testimonios internos indican que, más allá de su función práctica, Tor ha tenido un efecto positivo en el clima laboral y en la rutina diaria del personal. “Es la alegría de la Clínica”, resumió Soprano. “Verlo llegar nos cambia el día”.

Para que la intervención sea segura y efectiva, el entrenamiento incluye protocolos de higiene y manejo responsable, la capacitación de quienes interactúan con el animal y pautas claras para su incorporación en diferentes espacios y situaciones clínicas. Estas medidas buscan minimizar riesgos y garantizar que las visitas o intervenciones se realicen con respeto hacia pacientes con distintas necesidades y condiciones de salud.

La introducción de un animal de soporte emocional en un entorno sanitario implica un proceso gradual: adaptación del cachorro, evaluación continua de su comportamiento, formación de los equipos que lo acompañan y seguimiento de su impacto en pacientes y trabajadores. Si bien Tor todavía está en crecimiento y aprendizaje, su avance evidencia cómo iniciativas de este tipo pueden complementar los cuidados tradicionales, aportando un componente humano que favorece la contención emocional y el bienestar general.

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