1 de diciembre de 2025
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Patti Smith convierte su vida en poesia punk

Patti Smith ha recibido numerosos reconocimientos a lo largo de su carrera: ingreso al Salon de la Fama del Rock & Roll, un National Book Award y la Legion d’honneur francesa. Tambien se le ha atribuido el apelativo de “Madrina del Punk”.

Como neoyorquina que ensena literatura de la ciudad, considero que uno de los mayores logros de Smith es su lugar entre los autores de memorias esenciales sobre Nueva York. Releo con frecuencia Eramos unos ninos (Just Kids, 2010) y la utilizo en mi curso en la Universidad de Georgetown; no es raro que estudiantes que desconocian a Smith la nombren su lectura favorita dentro del programa, a pesar de la competencia de memorias canonicas sobre la ciudad.

Muchas de esas memorias comparten el tema del “comienzo”: narradores que llegan a Manhattan desde otros lugares con la esperanza de convertirse en si mismos. En Eramos unos ninos, Smith cuenta su llegada a la Terminal Port Authority en 1967, un periodo en el que durmio en parques y estaciones, y conocio a Robert Mapplethorpe, quien seria su companero afectivo y un destacado fotografo. Lo que atrae a los lectores es su confianza en la ciudad: la creencia de que, si se entregaba a Nueva York, la ciudad la sostendria.

Y asi fue.

Bread of Angels (Pan de los Angeles) funciona a la vez como secuela y precuela de Eramos unos ninos. Entre sus libros posteriores, M Train (2015) se centra mas en la meditacion sobre el arte y los viajes tras perdidas personales: su esposo, Fred “Sonic” Smith, de MC5, murio en 1994, y poco despues fallecio su hermano Todd.

Aunque Bread of Angels carece de la trama de llegada a Nueva York que caracteriza a Eramos unos ninos, es mas intima que algunas de sus obras anteriores y revela aspectos personales nuevos. Smith actualiza la historia de la hija que dio en adopcion a los 20 anos, ofrece informacion inedita sobre su paternidad y discute su identidad sexual, recordando decisiones artisticas como la de reclamar una creatividad sin quedar encasillada por el genero al grabar “Gloria” en 1975. Para una autora que suele valerse de metaforas, estos pasajes resultan especialmente confesionales.

En esta obra Smith profundiza en su infancia mas que en memorias previas. Nacida en Chicago en 1946, crecio en una familia trabajadora y se mudo con frecuencia. Pasaron una temporada en un complejo de viviendas subvencionadas cerca de Filadelfia llamado “The Patch”, un entorno que combinaba espacios naturales con zonas de escombro que, segun recuerda, fueron el escenario de los juegos infantiles y de hallazgos cotidianos.

La atraccion de Smith por lugares y objetos decadentes -el Hotel Chelsea, Rockaway Beach, hojas caidas o cementerios- aparece desde temprano. Bread of Angels suma a esa geografia de ruinas romanticas sitios como el casi vacio Hotel Cadillac en Detroit, una casa de piedra abandonada junto a un canal en Michigan que llego a ser su hogar familiar, y el faro abandonado que imaginaron para St. Augustine, Florida.

El encuentro con Fred es uno de los episodios centrales del libro. En una gira por Horses en 1976, Smith y su banda asistieron a una fiesta en Detroit; alli, junto a un radiador y un abrigo con un boton suelto, tuvo una experiencia que describe como decisiva: el pequeno gesto del boton en su mano marco el inicio de una relacion que redirigiria su vida.

A partir de ese vinculo surgieron exitos como “Because the Night” y la decision de Smith de moderar su carrera escenica para dedicarse mas a la escritura y a la vida domestica en Michigan con Fred y sus hijos. Ella resume esa eleccion senalando que su “deseo de iluminacion” eclipso la ambicion profesional y que, aunque su vida cotidiana pudo parecer menos llamativa para algunos, para ellos fue completa. El matrimonio duro catorce anos, hasta la muerte de Fred por insuficiencia cardiaca.

Bread of Angels no esta exento de defectos: la estructura a veces tropieza al evitar repetirse con los anos iniciales en Nueva York, lo que deja ciertos saltos narrativos. Sin embargo, los seguidores de Smith la valoran menos por la perfeccion formal y mas por su autenticidad rugosa, su franqueza, su voz profetica y su energia cruda.

Un episodio que ilustra esa mezcla de nervio y sinceridad ocurrio en 2016, cuando Smith, vinculada en ese momento a la ceremonia del Nobel de Bob Dylan, tuvo un momento de tartamudeo con las palabras de “A Hard Rain’s A-Gonna Fall”.

En esa ocasion -como en su llegada a Nueva York decadas atras- Smith admitio estar nerviosa y confio en la audiencia; su fe en que la multitud la sostendria se cumplio.

Y asi fue. Y sigue siendo.

Fuente: The Washington Post

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