2 de diciembre de 2025
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Agotamiento del proceso de las COP

La COP30, celebrada en Belém y concluida el sábado 22, dejó resultados por debajo de las expectativas de quienes esperaban un giro decisivo hacia una economía global más sostenible. La sensación de frustración aumenta cada año.

Es necesario reconocer el desgaste del formato de las cumbres climáticas: lo que fue un espacio de ambición colectiva se ha vuelto una rutina de negociaciones largas, textos complejos y decisiones lentas. La diplomacia multilateral muestra una marcada inercia.

La exigencia de consenso tiende a producir acuerdos de mínimo común denominador. El Acuerdo de París fue un marco inicial útil, pero muchas promesas estatales resultan insuficientes y con poca claridad en metas y mecanismos de rendición de cuentas. El compromiso de movilizar 100.000 millones de dólares al año se alcanzó tarde y de forma parcial. La influencia de la industria fósil, la elección de anfitriones con intereses petroleros y restricciones al espacio cívico alimentan el escepticismo social, tras décadas de reuniones.

No obstante, las COP han contribuido a crear un lenguaje común, sistemas de transparencia y metas compartidas que han impulsado políticas y mercados. Se han logrado acuerdos sectoriales (metano, deforestación), metas para triplicar renovables y mejorar la eficiencia, y se ha incorporado con timidez la idea de abandonar los combustibles fósiles.

La transición climática ocurrirá en la economía real, no solo en salas de negociación. Los gobiernos deben establecer reglas claras e incentivos eficientes, pero serán los actores económicos quienes implementen los cambios. En ese marco, la reglamentación del Artículo 6 del Acuerdo de París es relevante para desarrollar mercados de carbono que financien proyectos de mitigación, tanto mediante acuerdos bilaterales (párrafo 2) como sistemas multilaterales (párrafo 4).

La transición abre amplias oportunidades empresariales: energías renovables, eficiencia energética y electrificación; movilidad sostenible e infraestructura de carga; economía circular; agricultura regenerativa y soluciones basadas en la naturaleza; tecnologías de medición, software de contabilidad de carbono y trazabilidad; gestión del agua y resiliencia climática; y nuevos mercados como el hidrógeno verde, bonos verdes y financiamiento sostenible. El compliance climático también actúa como herramienta de transparencia e internalización de riesgos y costos.

Hay además una convergencia creciente entre la agenda de descarbonización y la protección de la biodiversidad, que amplía las sinergias y oportunidades.

Quienes ofrezcan soluciones verificables y eficientes, con acceso a capital y diferenciación de marca, estarán en mejor posición: podrán reducir riesgos y costos, acceder a mercados de exportación y generar innovación y empleo.

No se trata de abandonar el proceso climático, sino de reimaginarlo para que funcione mejor en implementación y financiación, y de poner atención al impulso que viene “desde abajo”, de los propios actores económicos, donde finalmente se decidirá gran parte del éxito de la transición.

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