La actualizacion del Anexo 03 de los protocolos para la atencion de la violencia contra ninas, ninos y adolescentes constituye un avance relevante para las escuelas y la educacion en general.
No se trata unicamente de una modificacion normativa, sino de incorporar una mirada mas realista, humana, pedagogica y situada sobre los vinculos que los estudiantes construyen en su comunidad educativa. Tras ocho anos, era necesario revisar el documento considerando las consecuencias de la pandemia, el desarrollo acelerado de la inteligencia artificial y nuevas formas de convivencia, comunicacion y conflicto.
Un logro importante de esta revision es la diferenciacion clara entre conflicto y violencia, que durante mucho tiempo genero confusion y se empleo de forma indistinta.
No todo desacuerdo entre estudiantes es violencia. El conflicto surge cuando existen dos posturas distintas sobre una situacion; la violencia, en cambio, implica la intencion de causar dano o ejercer poder sobre otra persona, y puede manifestarse de forma sistematica (acoso escolar) o en un unico acto grave.
Reconocer esta distincion evita el error comun de etiquetar como violentas todas las discusiones o discrepancias entre ninos. En edades tempranas, los alumnos estan desarrollando la motricidad, las emociones y el control de impulsos; muchas conductas forman parte del aprendizaje social. A partir de los 9 o 10 anos, cuando aparece un razonamiento moral mas consolidado y la intencion en las acciones, es pertinente hablar de violencia o acoso escolar.
Esta precision no reduce la proteccion; por el contrario, permite respuestas acordes al desarrollo. Situaciones que antes se sancionaban con castigos deberan abordarse ahora con orientacion, dialogo y acompanamiento. La escuela que educa debe formar en gestion de conflictos, empatia y asertividad, competencias que se adquieren tanto con teoria como con practicas de convivencia en el hogar y el colegio.
En anos recientes, muchas familias, por confusion o desconocimiento, activaban los protocolos del SiSeVe ante cualquier diferencia entre estudiantes, sin distinguir la gravedad o la intencionalidad. Eso genero reportes innecesarios, desgaste institucional y, en algunos casos, experiencias traumaticas para ninos muy pequenos. La ruta de atencion debe reservarse para situaciones de violencia real, no para casos que la escuela puede resolver pedagogicamente.
Es igualmente importante recordar que la escuela es, ante todo, un espacio formativo y no punitivo; las familias desempenan un papel central. Cuando un nino ejerce violencia o la sufre, es imprescindible la participacion de los padres: escuchar, comprender y acompanar. No basta delegar toda la responsabilidad al colegio ni minimizar lo ocurrido. La convivencia se aprende primero en casa, observando como los adultos resuelven sus diferencias.
La escuela complementa, pero no reemplaza, la educacion del hogar. Si en la familia se practican el dialogo, la escucha y los limites respetuosos, la convivencia escolar sera una extension natural de esos habitos, ya que gran parte del aprendizaje emocional ocurre en el entorno familiar.
Actualizar el protocolo tambien implica reconocer nuevas formas de violencia asociadas a la tecnologia: ciberacoso, uso indebido de imagenes, humillaciones virtuales y manipulaciones mediante inteligencia artificial. Estos desafios requieren promover una ciudadania digital responsable y la colaboracion entre familias, docentes y estudiantes.
El nuevo Anexo 03 propone repensar la convivencia desde un enfoque educativo y restaurador. La finalidad es formar y reconstruir vinculos saludables, no castigar ni judicializar la escuela. Se busca recuperar el sentido del colegio como el espacio en el que aprendemos a convivir, respetar y resolver diferencias de forma pacifica.
