La princesa Aiko de Japón suele recibir ovaciones y es percibida por muchos como una figura popular entre el público.
En una visita a Nagasaki con el emperador Naruhito y la emperatriz Masako, los gritos con su nombre por parte de quienes la saludaban superaron en intensidad los vítores dirigidos a sus padres.
Aiko, única hija del emperador, cumplirá 24 años el lunes. Sus seguidores piden una reforma de la ley de sucesión, que actualmente excluye a las mujeres y le impide a ella acceder al trono.
Además del estancamiento en el debate legislativo sobre la sucesión, existe preocupación por la rápida reducción de miembros jóvenes en la Familia Imperial: el único heredero de la generación más joven es el sobrino adolescente de Naruhito.
Varios expertos sostienen que la prohibición a las mujeres debería eliminarse antes de que la institución alcance un punto crítico, pero legisladores conservadores —incluida la primera ministra Sanae Takaichi— se resisten a cambiar la norma.
La popularidad de Aiko impulsa la demanda de una monarca femenina
Aiko ganó visibilidad desde que empezó a asumir funciones públicas como adulta en 2021, mostrando una imagen de inteligencia y cercanía que agradó al público.
Su apoyo aumentó después de su primer viaje oficial en solitario al extranjero, a Laos en noviembre, donde representó al emperador, se reunió con autoridades locales y participó en actividades culturales durante seis días.
A principios de año acompañó a sus padres en visitas a Nagasaki y Okinawa, siguiendo la línea de Naruhito de enfatizar la transmisión de la memoria de la Segunda Guerra Mundial a las generaciones actuales.
Supervivientes y ciudadanos que la han visto en esas visitas destacaron su sonrisa y su actitud afable. Algunos expresaron el deseo de verla coronada como emperatriz en el futuro.
Ese apoyo popular ha motivado esfuerzos de movilización: caricaturas que abogan por la reforma, campañas en redes sociales, canales de YouTube y folletos enviados a parlamentarios para sensibilizar y recabar apoyos.
Defensoras como Ikuko Yamazaki usan las plataformas digitales para pedir que la sucesión se base en el primer hijo, independientemente del género, argumentando que mantener el sistema actual acelerará el declive de la monarquía y que permitir una emperatriz podría mejorar la posición de la mujer en Japón.
La crianza de Aiko
Aiko nació el 1 de diciembre de 2001.
Poco después de su nacimiento, su madre, Masako —exdiplomática con estudios en Harvard— desarrolló un trastorno relacionado con el estrés, atribuido en parte a la presión por no haber tenido un heredero varón, del que aún se recupera.
Desde niña Aiko fue considerada inteligente; entre sus aficiones estuvo seguir el sumo y aprender los nombres de los luchadores.
También enfrentó dificultades: en primaria faltó a clases por episodios de acoso escolar, y en la adolescencia tuvo un periodo en que perdió peso notablemente y se ausentó temporalmente de la escuela.
En 2024 se graduó en la Universidad Gakushuin, alma mater de varios miembros de la realeza. Desde entonces participa en obligaciones oficiales y ceremonias palaciegas, colabora con la Cruz Roja y, en su tiempo libre, comparte paseos con sus padres y practica deportes como voleibol, tenis y bádminton con el personal del palacio.
La monarquía japonesa se encuentra en un “estado crítico”
La Ley de la Casa Imperial de 1947 permite la sucesión solo por línea masculina y establece que las mujeres de la familia imperial que se casan con ciudadanos comunes pierden su estatus real.
La Familia Imperial ha decrecido con rapidez: ahora cuenta con 16 miembros frente a los 30 de hace tres décadas, y todos son adultos.
En la línea de sucesión varonil, Naruhito solo tiene dos posibles herederos de menor edad: su hermano, el príncipe heredero Akishino, de 60 años, y el hijo de éste, el príncipe Hisahito, de 19 años. El príncipe Hitachi, hermano del expresidente Akihito y tercero en la sucesión, tiene 90 años.
Akishino ha reconocido el envejecimiento y la reducción de la familia imperial, y señaló que con el sistema vigente “no se puede hacer nada”, proponiendo la reducción de algunas funciones oficiales como respuesta a la situación.
El príncipe heredero también ha recordado que los miembros de la realeza son “seres humanos” cuyas vidas se ven afectadas por la discusión pública sobre la sucesión. Aiko, por su parte, ha dicho estar al tanto de la disminución de miembros en la familia, pero ha evitado pronunciarse sobre cambios al sistema, limitándose a expresar su disposición a cumplir con sus deberes.
La escasez de sucesores varones preocupa por la continuidad de una institución que tiene raíces históricas milenarias y coincide con el problema demográfico más amplio de Japón: el rápido envejecimiento y la caída de la población.
Especialistas como Hideya Kawanishi, de la Universidad de Nagoya, advierten que la situación es crítica y que el futuro depende en gran medida de que Hisahito y su posible esposa puedan tener descendencia masculina. Otros exfuncionarios sostienen que la carga recae en Hisahito y que la cuestión central es cómo preservar la monarquía.
El sistema de sucesión exclusivo para hombres en Japón es relativamente nuevo
Históricamente Japón ha tenido emperadores masculinos, pero también ocho mujeres que ocuparon el trono; la última fue la emperatriz Gosakuramachi, que reinó entre 1762 y 1770.
La regla de sucesión únicamente masculina se institucionalizó en 1889 y fue incorporada a la Ley de la Casa Imperial de 1947 tras la guerra.
Expertos señalan que el sistema anterior funcionó en buena parte gracias a la existencia de concubinas, que hasta hace aproximadamente un siglo contribuyeron a la descendencia imperial en numerosas ocasiones.
En 2005 el gobierno llegó a plantear permitir a una mujer ocupar el trono, pero el nacimiento de Hisahito ese mismo año permitió a los nacionalistas frenar la iniciativa.
La búsqueda infructuosa de un sucesor masculino
En 2022, un panel mayoritariamente conservador recomendó mantener la sucesión por línea masculina, aunque propuso que las mujeres de la familia imperial pudieran conservar su estatus tras casarse y seguir participando en tareas oficiales. Entre las propuestas de los conservadores también figuró adoptar varones de ramas lejanas de la familia, idea que muchos consideran inviable.
El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la ONU instó recientemente a Japón a permitir la existencia de una emperatriz, al considerar que la exclusión obstaculiza la igualdad de género. El gobierno japonés calificó el informe de “lamentable” e “inapropiado”, defendiendo que la sucesión imperial es una cuestión de identidad nacional.
Analistas critican que, aunque el debate público no siempre lo exprese de forma explícita, las posiciones predominantes tienden a favorecer la primacía masculina en la institución imperial, según algunos especialistas consultados.
(con información de AP)


