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Hanif Kureishi publica A pedazos, cronica del dolor

El 26 de diciembre de 2022, durante unas vacaciones en Roma, el escritor Hanif Kureishi sufrio una caida mientras veia futbol; un mareo lo hizo desplomarse y resulto con la columna destrozada, quedando paraplejico. En horas su vida tomo la forma de una narracion que ningun autor espera vivir: la paralisis paso a ser el eje de su dia a dia y el dolor condiciono su lenguaje.

El libro A pedazos, nacido de esa catastrofe, no solo cuenta el terror de perder el cuerpo, sino que registra el surgimiento de una forma literaria influida por la inmediatez digital, la confesion publica y la intimidad de las redes. Desde la inmovilidad, Kureishi dicto fragmentos de su vida a su pareja y a sus hijos; algunos fueron chistes, otros gritos, otros meditaciones claras y potentes. Isabella d’Amico los tecleo y los publico, y asi el mundo siguio el intento de un escritor por seguir siendo tal dentro de un cuerpo inmovil.

Una caracteristica clave del libro es que nacio para un publico digital: entradas en Twitter e Instagram que, pese a la superficialidad habitual de esas plataformas, generaron un coro de respuestas: apoyo, preguntas, recuerdos, oraciones. Fue un experimento de supervivencia colectiva en tiempo real. Las memorias dejaron de ser solo retrospectivas y pasaron a documentar la enfermedad al instante, con el autor a la vez sujeto y reportero.

Parte diario intimo y parte herramienta de resistencia, A pedazos compila esos mensajes y constituye la cronica de una conciencia que se niega a desaparecer. Aunque hay continuidad con la tradicion de memorias desde la enfermedad, la novedad aqui es la periodicidad y la visibilidad: el libro surge de dias de feeds y publicaciones en vivo.

Kureishi escribe desde la circunstancia de que su cuerpo se ha convertido en un problema practico y existencial. Al entrar por primera vez al gimnasio del hospital comprende que nunca antes habia necesitado ejercitarse: debera reaprender el cuerpo y la mente. Se pregunta “Quien soy ahora?” y, de forma mas precisa, que queda del escritor cuando el cuerpo que escribio ha dejado de existir.

Autor de El Buda de los suburbios e Intimidad, Kureishi habia explorado deseo, politica, masculinidad, raza y la friccion entre lo privado y lo publico. En este libro vuelve a esos asuntos, pero desde una perspectiva marcada por tubos, maquinas, terapias y la humillacion de la dependencia fisica, que lo obliga a revisar el tema antiguo del cuerpo como prision y maestro.

En sus notas describe la experiencia de despertarse y descubrir que el cuerpo no responde como “una forma de ser borrado”: manos que ya no sostienen un tenedor, piernas que no sirven para caminar. Al mismo tiempo, la escritura recobra urgencia; sin movimiento, el lenguaje se vuelve su modo de desplazamiento. “Asi es como viajo ahora”, escribe: envia frases por delante de si.

El libro esta atravesado por una sinceridad directa: prescinde de metaforas grandilocuentes y opta por un relato urgente y claro, sin renunciar a la mirada critica sobre lo que lo rodea. Kureishi, siempre observador, lo muestra ahora con mayor economia estetica: fragmentos que, aunque no ordenados como capitulos convencionales, se enlazan para formar el mapa de una mente que resiste mediante la narracion.

Las entradas combinan dolor, memoria, humor, desesperacion, gratitud, deseo y analisis politico. No solo registran la convalecencia sino que examinan el sistema sanitario y a las personas que lo atienden, muchas veces mujeres inmigrantes cuyo trabajo sostiene la atencion en un contexto de austeridad. La dependencia revela dimensiones politicas: “El Estado britanico es muy bueno con el papeleo y muy malo con los cuerpos”, observa.

El recuerdo funciona como protesis: evoca bailar, ensenar, viajar, y sobre todo el amor y el deseo como fuerzas orientadoras. “Mis recuerdos son las unicas partes de mi que aun pueden caminar”, apunta, subrayando que la memoria mantiene una movilidad que el cuerpo ha perdido.

El dolor moldea la estetica del libro: frases mas cortas, sintaxis concisa; el sufrimiento impone una economia del lenguaje. Kureishi analiza el dolor sin idealizarlo; lo presenta como clima mas que como centro moral. Cuenta tambien sus frustraciones, los conflictos con Isabella, ausencias y presencias inesperadas. La memoria erotica se mantiene como forma de rebeldia; las vivencias hospitalarias -los cuidados, los toques- aparecen con detalle y un nuevo vocabulario sobre la enfermeria entra en su escritura.

El cuerpo, antes silencioso servicio, se transforma en personaje: negocia con la columna y las extremidades, y el dolor dicta estados de animo, interrumpe significados y obliga a una atencion renovada. La enfermedad ensena empatia no de modo teorico sino mediante el agotamiento compartido.

El publico digital tambien se convierte en personaje: miles de desconocidos responden, comparten historias y animo, y ayudan a construir un yo nuevo. Las memorias son asi en parte dialogo comunitario, no solo monologo, y esa interaccion contribuye a la reconstruccion del escritor: no como figura publica o polemica, sino como hombre que despierta cada dia en el mismo cuerpo inmovil y usa la observacion como soporte.

Debajo de la crisis late una historia de amor -la de Isabella d’Amico- contada sin idealizacion: el afecto aparece como trabajo concreto, logistica diaria: levantar, lavar, escribir, acompanar. La devocion se muestra en actos cotidianos mas que en metaforas.

La caida le arrebato mucho, pero tambien ofrecio a Kureishi y a la literatura una nueva forma de autobiografia, una relacion distinta entre autor y publico y una renovada comprension del oficio de escribir. Las ultimas palabras del libro, simples y poderosas, lo sintetizan: “Sigo aqui. Sigo escribiendo. Eso tendra que ser suficiente”.

Y eso es, para el, mas que suficiente.

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