1 de diciembre de 2025
Buenos Aires, 21 C
Expand search form

Fragilidad social aumenta 50 % el riesgo de demencia en adultos mayores

La fragilidad social influye en el desarrollo de demencia en personas mayores, según un estudio publicado en The Journals of Gerontology. Los investigadores siguieron durante 12 años a 851 adultos de 70 años o más que al inicio no presentaban deterioro cognitivo, evaluando sus redes de relaciones y su participación social.

El estudio encontró que quienes tenían menos conexiones sociales y menos contactos cercanos mostraron un riesgo significativamente mayor de desarrollar problemas de memoria. El aislamiento y la ausencia de apoyo o interacción regular se relacionaron con una mayor probabilidad de aparición de demencia.

El resultado principal indica que la fragilidad social se asocia con un aumento aproximado del 50% en la probabilidad de desarrollar demencia en comparación con personas que mantienen vínculos sociales activos y cercanos.

Identifican la importancia de las conexiones sociales para la función cognitiva

Suraj Samtani, psicólogo clínico del Centro para el Envejecimiento Cerebral Saludable de la Universidad de Nueva Gales del Sur, explica que la fragilidad social incluye la sensación de soledad pero también engloba el tamaño y la calidad de las redes de apoyo. La falta de relaciones sólidas y de personas de confianza resultó determinante en la evolución cognitiva observada en los participantes.

La socióloga Brea Perry, de la Universidad de Indiana, señaló que a menudo se subestima el impacto de la conexión social sobre la salud física y mental. Según Perry, la relación entre aislamiento social y mortalidad o morbilidad puede ser incluso más fuerte que la de varios factores de riesgo tradicionales.

Estudios previos también muestran que la calidad de las relaciones sociales influye de manera notable en la velocidad del deterioro cognitivo en la vejez.

Los investigadores consideraron que la soledad no es el único indicador relevante: analizaron la frecuencia de los contactos presenciales, el grado de actividad social y la estabilidad económica. Según Samtani, las personas con redes sociales más sólidas presentaron menos problemas de memoria y menos deterioro asociado a la edad.

El equipo empleó cinco instrumentos distintos para evaluar la fragilidad social y determinar cuál era el mejor predictor de demencia. Todos los índices incluían preguntas sobre actividades sociales, frecuencia de interacción, percepción de soledad y situación financiera.

Durante el estudio, 260 participantes desarrollaron demencia. Los autores destacaron la importancia de detectar y abordar la fragilidad social como una medida preventiva, ya que puede identificarse con evaluaciones sencillas en consultas médicas. Samtani recomendó considerar la fragilidad social como un indicador de riesgo comparable al de otras condiciones médicas.

Frente a esos hallazgos, se discuten posibles intervenciones: fortalecer vínculos y promover la interacción social podría ayudar a preservar la función cognitiva y retrasar la aparición de síntomas, aunque todavía se investiga qué tipos de relaciones ofrecen mayor protección.

A partir de estos resultados, los científicos empezaron a evaluar asistentes virtuales como herramienta para reducir el aislamiento en personas mayores con demencia o en riesgo, según la Universidad de Nueva Gales del Sur.

Un equipo liderado por Samtani está probando un asistente virtual llamado Viv y Friends en residencias de cuidados para adultos mayores en Australia. Instalado en tabletas, el asistente mantiene conversaciones y apoya a los usuarios en actividades cotidianas.

National Geographic informó que los primeros ensayos indicaron mejoras en el estado de ánimo de algunos residentes tras interactuar con la inteligencia artificial.

Los responsables del proyecto esperan que Viv contribuya a reducir la ansiedad, ofrecer recordatorios y estimular la memoria mediante conversaciones y juegos cognitivos. No obstante, los especialistas insisten en que la tecnología debe complementar, no sustituir, el contacto humano directo.

El epidemiólogo Sachin Shah, de la Escuela de Medicina de Harvard, advirtió sobre la necesidad de prudencia con estas innovaciones: la asistencia virtual puede apoyar la atención, pero no reemplaza el entorno humano necesario para mantener la calidad de vida.

Según los expertos, ejercicios como la terapia de reminiscencia —recordar y compartir vivencias pasadas— proporcionan beneficios psicológicos y forman parte de las intervenciones recomendadas para retrasar el avance de la demencia, permitiendo a las personas con problemas de memoria mantener mejor su bienestar emocional y su participación social, incluso mediante medios digitales.

Artículo anterior

Inter Miami de Messi golea 5-1 a New York City y jugará la final de la MLS

Artículo siguiente

Ex presidente de Guinea-Bissau recibe asilo en República del Congo tras golpe militar

Continuar leyendo

Últimas noticias