1 de diciembre de 2025
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Coqueluche en Argentina: siete niños fallecidos, instan a vacunarse

Las autoridades sanitarias expresan preocupación por el aumento de casos de coqueluche en Argentina: se notificaron casos en 20 jurisdicciones, con una marcada concentración en las regiones Centro y Sur, especialmente en la Provincia de Buenos Aires y vinculados al brote en Tierra del Fuego, según el Ministerio de Salud.

En lo que va de 2025 se registraron siete fallecimientos, todos en menores de dos años, según el último Boletín Epidemiológico Nacional.

Entre las semanas 1 y 47 de 2025 (hasta mediados de noviembre) se reportaron 5.110 casos sospechosos, de los cuales 688 fueron confirmados, lo que equivale a una incidencia acumulada de 1,45 casos por cada 100.000 habitantes. Este aumento supera los niveles observados en el mismo período desde 2020 y es superior a las cifras de 2023, cuando la provincia de Salta notificó la mayor cantidad de casos.

La coqueluche —también llamada tos convulsa o tos ferina— es una infección respiratoria aguda prevenible por vacunación que puede afectar a todas las edades. Los lactantes y niños pequeños registran las tasas más altas de morbilidad y mortalidad. Adolescentes y adultos jóvenes suelen presentar cuadros leves o atípicos, pero pueden ser fuentes importantes de transmisión hacia los más vulnerables.

Del total de 688 casos confirmados, 586 contaron con confirmación de laboratorio; en el 81,9% de esos casos (480) se identificó Bordetella pertussis, en dos casos se detectó B. parapertussis y en 104 no se determinó la especie. La distribución de los casos es heterogénea, con predominio en determinadas regiones y notables variaciones entre provincias.

La importancia de la vacunación

La vacunación es la principal medida de prevención contra la coqueluche. El Ministerio de Salud destaca la necesidad de mejorar las coberturas y reducir las desigualdades entre jurisdicciones. Provincias como Tierra del Fuego, La Pampa, Jujuy, Neuquén, Mendoza y San Juan muestran altas coberturas, buen inicio de esquemas y refuerzos sostenidos, lo que reduce la acumulación de personas susceptibles.

En cambio, Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Formosa, Santa Fe, Corrientes y Misiones presentan coberturas intermedias o bajas, especialmente en los refuerzos a los cinco y once años, donde se observan los puntos más críticos. La cobertura en embarazadas también varía significativamente entre provincias.

El esquema de vacunación incluye dosis con componente pertussis a los 2, 4, 6, 15–18 meses y a los 5 años; en 2009 se incorporó una dosis a los 11 años. Desde 2012 se recomienda vacunar a personas gestantes a partir de la semana 20 de gestación, incorporándose en 2013 al Calendario Nacional de Vacunación.

El objetivo es transferir anticuerpos por vía placentaria para proteger al lactante en los primeros meses de vida y así reducir la morbilidad y mortalidad en ese grupo. La recomendación actual es aplicar dTpa (triple bacteriana acelular) después de la semana 20 de cada embarazo, independientemente de la edad, antecedentes de vacunación o tiempo desde el embarazo anterior.

La introducción de las vacunas antipertussis redujo la incidencia global de la enfermedad. La vigilancia epidemiológica es clave para evaluar el impacto vacunal, monitorear tendencias, identificar poblaciones en riesgo y orientar medidas de prevención y control. La coqueluche tiene un patrón cíclico con picos cada 3–5 años y su curso clínico se divide en fases catarral, paroxística y de convalecencia; la gravedad varía desde formas leves hasta cuadros graves en lactantes menores de seis meses.

Según la Mayo Clinic, la tos ferina es altamente contagiosa. Suele manifestarse por una tos seca intensa y, en algunos casos, un sonido agudo al inhalar (el “whoop”). Antes de la vacuna era una enfermedad infantil predominante; hoy afecta sobre todo a quienes no completaron el esquema y a adolescentes o adultos con inmunidad disminuida.

Las muertes por tos ferina son poco frecuentes pero más frecuentes en bebés, por lo que la Mayo Clinic recomienda vacunar a las mujeres embarazadas y a quienes estarán en contacto directo con el recién nacido. Tras la exposición, los síntomas suelen aparecer entre siete y diez días y comienzan como un cuadro similar a un resfriado —secreción nasal, congestión, ojos llorosos, fiebre y tos—.

Tras una o dos semanas los síntomas pueden empeorar por la acumulación de moco espeso, provocando accesos de tos intensos que pueden causar vómitos, enrojecimiento o cianosis facial, agotamiento extremo y, en ocasiones, el característico sonido inspiratorio. No todas las personas presentan el “whoop”; en adolescentes y adultos puede predominar una tos seca persistente. En bebés la tos puede no estar presente, pero sí pueden tener dificultad respiratoria o episodios de apnea.

La Mayo Clinic aconseja consultar al médico si existen accesos de tos prolongados que provoquen vómitos, cambios de coloración de la piel, dificultad para respirar, pausas respiratorias notables o inhalaciones acompañadas del sonido agudo característico.

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