Despertarse alrededor de las 3 de la mañana es cada vez más frecuente en mujeres de más de 55 años. Según Harvard Health, esta situación responde tanto a causas biológicas como a factores relacionados con el estilo de vida.
Aunque puede generar inquietud, los especialistas señalan que existen medidas eficaces para mejorar la calidad del sueño.
Impacto de la menopausia y los cambios hormonales
La Dra. Kathryn Corelli, internista y experta en menopausia del Hospital Brigham and Women’s afiliado a Harvard, comenta que los trastornos del sueño son muy habituales en esta etapa de la vida. En su práctica observa una alta prevalencia de dificultades para dormir entre sus pacientes.
La menopausia y la reducción de hormonas como el estrógeno y la progesterona alteran los ciclos del sueño y aumentan la probabilidad de despertarse en la madrugada. Estos cambios hormonales son una causa principal de los despertares nocturnos.
Además, los síntomas vasomotores —sofocos y sudores nocturnos— suelen aparecer durante la noche o a primeras horas de la mañana e interrumpen el descanso. “Estos síntomas te despertarán, por supuesto”, explica la doctora Corelli.
El envejecimiento también modifica la arquitectura del sueño: con la edad el sueño tiende a ser más ligero y disminuye el tiempo en fases profundas y reparadoras. Al mismo tiempo cambia el ritmo circadiano, por lo que muchas personas duermen y se levantan más temprano. Corelli señala que necesitar menos horas de sueño y despertarse antes forma parte del proceso natural de envejecimiento y no puede revertirse por completo.
Otros factores que inciden en los despertares nocturnos
Además de las hormonas y el envejecimiento, otros factores aumentan la probabilidad de despertarse en la madrugada. El estrés y la ansiedad, que pueden intensificarse durante la menopausia, dificultan conciliar y mantener el sueño.
Los problemas urinarios, como la necesidad frecuente de orinar, son también causas habituales. “La urgencia y la frecuencia urinaria son razones comunes por las que las mujeres se despiertan a las 3 de la mañana después de los 55”, indica Corelli.
Si bien levantarse una vez para ir al baño puede considerarse normal, hacerlo varias veces por noche perjudica de forma notable la calidad del sueño.
El dolor crónico —por ejemplo de espalda, artritis o neuropatía— suele empeorar por la noche y contribuir a despertares repetidos. Asimismo, ciertos medicamentos para la hipertensión o trastornos del ánimo pueden fragmentar el descanso; Corelli subraya la necesidad de evaluar y equilibrar los tratamientos farmacológicos según su impacto en el sueño.
Los hábitos de vida influyen de manera importante: alcohol, cafeína o comidas copiosas antes de acostarse alteran las fases profundas del sueño. En particular, el alcohol modifica la arquitectura del descanso y dificulta alcanzar un sueño verdaderamente reparador, según Harvard Health.
Consecuencias y recomendaciones para mejorar el sueño
Los despertares frecuentes provocan fatiga y cambios en el estado de ánimo y, si son persistentes o generan agotamiento continuo, pueden ser indicio de un trastorno que requiere evaluación médica, advierte Harvard Health.
Corelli recomienda consultar con un profesional cuando el insomnio es persistente o hay cansancio crónico. Un diagnóstico adecuado permite identificar causas médicas, revisar medicamentos y ajustar tratamientos según sea necesario.
Mejorar la higiene del sueño y establecer una rutina relajante antes de acostarse suelen ser medidas efectivas: mantener horarios regulares, limitar alcohol y cafeína, evitar comidas pesadas en la noche y crear un ambiente cómodo para dormir. También puede ser útil abordar síntomas específicos —por ejemplo, tratar los sofocos o las dificultades urinarias— y considerar intervenciones como terapia cognitivo-conductual para el insomnio (TCC-I) o ajustes terapéuticos bajo supervisión médica. Identificar y tratar de forma personalizada los factores que alteran el descanso puede mejorar la calidad del sueño y el bienestar general.
