3 de diciembre de 2025
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Pedro Lylyk: impacto social del ACV desde la neurocirugía endovascular

Las enfermedades más comunes suelen mostrar contradicciones que dificultan su erradicación. Aun así, persiste un mensaje clave: más del 90% de los accidentes cerebrovasculares (ACV) pueden evitarse. Científicos, pacientes, gobiernos y sistemas de salud de todo el mundo trabajan en esa dirección con resultados alentadores.

El doctor Pedro Lylyk, referente argentino e internacional en neurocirugía endovascular e introductor del stent intracraneal, explicó a Infobae que, en términos sencillos, el ACV puede manifestarse como una hemorragia o como una pérdida del flujo sanguíneo que causa lo que se denomina infarto cerebral.

Lylyk destacó: “La buena noticia es que vivir bien —alimentarse adecuadamente y hacer ejercicio— prepara al corazón y al cerebro para envejecer mejor, hasta los 80, 90 o 100 años”.

La prevención se basa en identificar y controlar factores de riesgo, siendo la hipertensión arterial uno de los más relevantes. En Argentina, una de cada tres personas padece hipertensión, lo que la convierte en el principal factor asociado tanto al ACV isquémico como al hemorrágico.

Según el neurólogo Robert D. Brown Jr., de la Clínica Mayo, un ACV isquémico ocurre cuando “el suministro de sangre a una parte del cerebro se reduce u obstruye, impidiendo que el tejido reciba oxígeno y nutrientes; las neuronas comienzan a morir en minutos”.

Por su parte, el ACV hemorrágico se produce cuando un vaso cerebral se rompe o tiene una filtración y provoca sangrado, lo que eleva la presión sobre las neuronas y las lesionan.

Lylyk agregó que las imágenes intravasculares permiten ver con precisión el interior de los vasos. “Es como introducir un tubo con cámara de un milímetro para analizar el trombo: si contiene más o menos plaquetas, si hay que aspirarlo o fragmentarlo. Técnicas tomadas de la cardiología se han adaptado al cerebro”, explicó.

La actualización en estos temas será el eje de la Cumbre XXXIV Semana del Intervencionismo Mínimamente Invasivo (SIMI) 2025, que se celebrará en Buenos Aires del 23 al 25 de septiembre, dirigida por Lylyk, director del Equipo de Neurocirugía Endovascular Radiología Intervencionista (ENERI).

El impacto del ACV excede al paciente: afecta a la familia y a la sociedad. Lylyk subrayó que, si los Estados avanzan en prevención y crean unidades especializadas para el tratamiento del ACV, como en países más desarrollados, la mortalidad por esta causa podría bajar notablemente en el ranking de defunciones.

Los desafíos del ACV

Lylyk remarcó la necesidad de educación y formación continua. “Concienciar a los más jóvenes —la generación Z— es clave para generar hábitos saludables que mejoren la calidad de vida a futuro”.

Para los profesionales, la actualización permanente también es esencial. “Cursos como el SIMI 2025, con profesores de todo el mundo, permiten difundir los avances más recientes en neurociencias”, señaló Lylyk.

La tecnología médica ha transformado la prevención, el diagnóstico y el tratamiento del ACV. Además de afectar a personas mayores, la enfermedad muestra un aumento sostenido entre adultos jóvenes y mujeres.

La inteligencia artificial ha tenido un impacto decisivo en neurocirugía y cardiología intervencionista, y la colaboración interdisciplinaria ha permitido adaptar dispositivos y técnicas inicialmente desarrolladas para el corazón al tratamiento cerebral.

Paciente empoderado

El empoderamiento del paciente mediante tecnología es una tendencia en crecimiento. Lylyk coincidió con el cardiólogo Valentín Fuster en que “la IA y los dispositivos portátiles permitirán a los pacientes monitorear su salud vascular”.

“Hoy colocamos sensores sin abrir el cráneo y esa práctica irá en aumento”, afirmó Lylyk, y subrayó que la detección temprana y la intervención rápida son determinantes para reducir la mortalidad y la discapacidad asociadas al ACV.

La prevención en edades tempranas es prioritaria. Lylyk contó que, cada 28 de octubre —Día Mundial del Cerebro— realizan charlas en escuelas de la Ciudad de Buenos Aires dirigidas a entre 200 y 500 alumnos, lo que también ayuda a concientizar a sus familias para reconocer y actuar ante un ACV.

“Si los Gen Z no comienzan ahora, llegarán tarde”, advirtió.

Entre 2015 y 2021, las tasas de incidencia de ACV crecieron más rápidamente en mujeres de 15 a 49 años, posiblemente por factores hormonales, uso de anticonceptivos, complicaciones del embarazo y el aumento de hipertensión, obesidad y diabetes.

Más ACV en los jóvenes

Un estudio publicado en The Lancet Regional Health – Americas y en Stroke analizó datos de 38 países y territorios de las Américas y reportó que en 2021 hubo más de 1,1 millones de casos nuevos de ACV en la región y alrededor de medio millón de muertes.

Aunque las tasas ajustadas por edad han disminuido desde 1990, ese progreso se ha estancado en la última década, sobre todo entre menores de 50 años.

Lylyk señaló que, en jóvenes, factores como el tabaco, el alcohol y otras sustancias contribuyen al aumento de incidencia. Explicó además que existen episodios agudos y pequeños ACV acumulativos que pueden conducir a un ACV crónico y a un deterioro cognitivo significativo, como la demencia vascular; algunas de esas condiciones son hoy tratables.

La cumbre SIMI 2025 por dentro

El SIMI 2025 fue declarado de interés académico por la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y es un referente internacional en la especialidad. La organización está a cargo de la Clínica La Sagrada Familia, ENERI y la Fundación FENERI, con el respaldo de entidades e industrias del sector.

Especialistas de Estados Unidos, Alemania, Francia, España, Turquía, Canadá y Argentina presentarán investigaciones, casos clínicos y participarán en paneles interactivos con líderes internacionales.

El martes 23 se focalizará en el stroke hemorrágico, incluyendo nuevas técnicas para malformaciones arteriovenosas, aneurismas y hematomas subdurales crónicos, además de experiencias en robótica, telerrobótica y simulación de procedimientos.

El miércoles 24 estará dedicado al stroke isquémico, con avances en trombectomía, neuroprotección, vasculitis cerebral, revascularización carotídea y neurocirugía mínimamente invasiva, junto a temas de neurooncología y cirugía glinfática para Alzheimer.

El jueves 25 abordará neurocardiología, oncología y columna, tratando de forma integral el síndrome cerebro-corazón, fibrilación auricular, enfermedades valvulares y endoprótesis de aorta, además de módulos sobre patologías de la columna y cursos para profesionales de la salud.

La incidencia del ACV

El ACV tiene un impacto profundo en pacientes, familias y comunidades. La evolución de los tratamientos va desde la administración de agentes trombolíticos sistémicos hasta técnicas actuales que permiten aspirar o extraer mecánicamente el coágulo dentro de las arterias.

La detección precoz de los signos es esencial para reducir muertes y discapacidades. La Fundación INECO promueve la regla HaBraSo: pedir a la persona que repita una frase, que levante ambos brazos y que sonría para detectar asimetrías. La Federación Argentina de Cardiología propone el acrónimo R.A.P.I.D.O.: rostro caído, alteración del equilibrio, pérdida de fuerza en brazo o pierna, impedimento visual repentino, dificultad para hablar y necesidad de asistencia médica inmediata.

El panorama epidemiológico muestra desigualdades entre países y niveles socioeconómicos: en el Caribe, países como Jamaica, Haití y Venezuela registran elevada incidencia y mortalidad, mientras que en Norteamérica se ha logrado controlar gran parte de la carga del ACV. Las naciones con menor desarrollo enfrentan una relación directa entre mayor incidencia y mortalidad; las más desarrolladas han reducido la mortalidad pese a un mayor número de casos, gracias a mejores servicios sanitarios.

El estancamiento reciente en los avances no es irreversible. The Lancet recomienda reforzar la prevención primaria y secundaria, ampliar programas de control de la hipertensión —como la iniciativa HEARTS de la OPS— y mejorar el acceso a redes coordinadas para el manejo del ictus. Aumentar el control de la hipertensión al 50% de la población podría prevenir aproximadamente 120.000 muertes por ACV en la región.

Lylyk destacó dos factores emergentes que benefician el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación del ACV.

El Telestroke o TeleACV: la capacidad de hacer diagnósticos y tomar decisiones terapéuticas a distancia, ya en uso en provincias argentinas como Mendoza y en la provincia y ciudad de Buenos Aires.La robótica endovascular: en países de gran extensión geográfica, como Canadá y Argentina, los robots permiten que un especialista intervenga remotamente, conectándose al robot para tratar al paciente sin estar físicamente presente.

No puede omitirse la relevancia de la Inteligencia Artificial y el Machine Learning, que aceleran el diagnóstico al enseñar a los sistemas a reconocer patrones y reducen significativamente los tiempos, mejorando los resultados. En Buenos Aires ya hay centros que aplican IA al diagnóstico y al tratamiento del ACV.

También cobran importancia nuevas técnicas de imagen, como la endoscopía intravascular y la tomografía de coherencia óptica, que permiten evaluar la pared arterial y el tipo de coágulo para optimizar su extracción.

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