Se reavivo la preocupacion por los glaciares: el Ejecutivo anuncio un proyecto para modificar la Ley de Glaciares que reduciria la superficie protegida, especialmente en el ambiente periglacial -las zonas altas y frias de la Cordillera donde el suelo congelado y los glaciares de escombros almacenan y regulan agua- de las que dependen mas de 7 millones de personas en Argentina.
No es la primera vez que se propone ajustar esta norma: a lo largo de sus quince anos distintos gobiernos han intentado limitar su alcance, incluido un intento a principios de 2024 durante el debate de la Ley de Bases. Reabrir esta discusion pone en cuestion la proteccion de las areas donde nace y se almacena el agua que abastece a millones.
Se ha planteado que defender el agua “frena el desarrollo”, pero esa afirmacion es equivocada y peligrosa. Debilitar las zonas que garantizan el suministro hidrico compromete la capacidad de crecimiento sostenible: esas cuencas sostienen poblaciones, actividades productivas, generacion de energia, riego y la vida cotidiana.
Proteger estos ecosistemas no es un obstaculo economico, sino una condicion basica para cualquier proyecto de desarrollo serio y sostenible a nivel nacional.
La Ley de Glaciares es una politica ambiental central y un referente en la region. No impide la actividad economica: establece limites razonables para evitar que se realice donde se ponen en riesgo reservas estrategicas de agua.
Los glaciares, los glaciares de escombros y el ambiente periglacial cumplen funciones esenciales de almacenamiento y regulacion hidrica y aportan estabilidad frente a una mayor variabilidad climatica. Modificar la ley para reducir su proteccion no seria una “actualizacion”, sino una perdida de ecosistemas irremplazables.
Un retroceso de ese tipo debilitaria las politicas ambientales del pais y podria contravenir los compromisos internacionales asumidos por Argentina frente a la crisis climatica, asi como lo establecido en la ley que ratifica el Acuerdo de Escazu, que impone la obligacion de no retroceder en los niveles de proteccion alcanzados.
Los glaciares son mucho mas que hielo: concentran la mayor parte del agua dulce congelada del planeta, contribuyen a regular el clima, sostienen ecosistemas y conservan registros valiosos sobre cambios climaticos. Son un patrimonio natural que resulta imprescindible preservar.
En los Andes patagonicos, 48 de los 50 principales glaciares del Campo de Hielo Sur han perdido superficie y, en menos de 12 anos, han contribuido con aproximadamente 0,3 mm al aumento del nivel del mar. En la region de los Andes Deserticos, que va desde Jujuy hasta el norte de San Juan, la superficie con glaciares disminuyo cerca de un 17% en un periodo de casi diez anos. Estas perdidas traducen en menor caudal, mayor variabilidad y menor capacidad para sostener actividades agricolas y comunidades.
Si al impacto del cambio climatico se suman nuevas presiones, como permitir actividades en zonas protegidas, se acelera la perdida de masa glaciar y se debilitan funciones esenciales para el abastecimiento de agua en las cuencas de montana.
El futuro aun puede determinarse por las decisiones que se tomen ahora: la accion publica efectiva, la evidencia cientifica y la participacion ciudadana pueden evitar retrocesos innecesarios y costosos.
Por todo ello, resulta urgente impedir cualquier intento de modificar la ley. Protegerla es proteger las fuentes de agua que sostienen a millones de personas; reducir su alcance expondria a ecosistemas estrategicos en pleno siglo de crisis climatica.
Garantizar el cumplimiento efectivo de la Ley de Glaciares -sin recortes, sin excepciones y sin reinterpretaciones forzadas- es una medida concreta de accion climatica a escala nacional y una responsabilidad con las generaciones presentes y futuras.
