A fines del año pasado, Martín Alejandro Fabio, conocido como El Mono de Kapanga, sufrió un infarto que derivó en dos angioplastias y la colocación de siete stents. El episodio obligó a un cambio de ritmo en su vida: desde entonces moderó las nocturnidades, redujo los excesos y adoptó una rutina más consciente, prestando mayor atención a su salud y a los tiempos de descanso.
El músico recordó con crudeza la experiencia en la sala de emergencias: descremó la valentía del escenario frente a la vulnerabilidad del momento, describiendo el dolor intenso y la incertidumbre que genera oír que “estás delicado” mientras te monitorean y realizan estudios. Ese estado límite también le provocó un impacto emocional adicional: su hijo Tobías estaba de viaje tocando y la distancia aumentó su sensación de no querer irse todavía.
Tras recibir el alta, organizó su agenda con disciplina y reguló la intensidad de sus presentaciones para proteger su recuperación. Admite que la cercanía a la muerte le mostró lo distinto que es hablar de miedo y vivirlo realmente; por eso ahora prioriza el descanso sin culpa y disfruta con pausas y control. A pesar de la marca que dejó el episodio, mantiene su sentido del humor y la sinceridad con la que relata lo vivido.


