Frente a los vencimientos en moneda extranjera de 2026, el equipo económico que encabeza el ministro Luis Caputo tiene un plan A y un plan B. El plan A depende de que el riesgo país baje lo suficiente como para que Argentina vuelva a acceder a los mercados internacionales de deuda. Tras la victoria electoral del oficialismo, el indicador del JP Morgan se redujo notablemente, pero parece haber encontrado un piso que complica esa posibilidad.
La duda en el mercado es qué se necesita para que el riesgo país rompa la barrera de 600 puntos básicos. Las consultoras privadas estiman que, para conseguir una tasa preferencial en los mercados internacionales, el indicador debería ubicarse y mantenerse entre 400 y 500 puntos.
El riesgo país comenzó diciembre en 648 puntos, aunque a principios de noviembre llegó a un mínimo de 598. La caída desde los 1.100 puntos se explicó por el impulso electoral al Gobierno y por la versión de Bloomberg desde Washington D. C. según la cual Caputo habría informado a inversores sobre una recompra de deuda, junto con cambios en el régimen cambiario por bandas.
Para el director de la consultora PxQ, Emmanuel Álvarez Agis, la acumulación de reservas internacionales contribuiría a reducir el riesgo país. Señaló que la renuencia ideológica a comprar reservas —por considerarlo equivalente a emitir dinero— limita esa opción.
El ex viceministro de Economía añadió que las reservas del Banco Central están en un peor nivel que las que recibió el actual gobierno, describiendo la situación como la peor herencia en materia de reservas netas en la historia del país. En su análisis, el riesgo país depende de tres factores: el político, el fiscal y el de reservas internacionales. Según Álvarez Agis, el gobierno libertario está bien en lo político y en lo fiscal —por eso el riesgo vale alrededor de 650 y no 1.500—, pero tiene un desempeño muy malo en materia de reservas.
A pesar de las advertencias de los analistas, la ausencia de compras de reservas no parece ser un problema para el ministro Caputo. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional establece esperar reservas netas por USD -2.600 millones para diciembre de 2025. Caputo afirmó que la acumulación de reservas es una prioridad, pero que hoy está separada de la gestión de los pagos de deuda; además destacó que se abrieron nuevas vías financieras, como el swap con China, el apoyo de Estados Unidos y conversaciones con bancos.
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Para Claudio Caprarulo, director de la consultora Analytica, aunque el resultado electoral fue favorable y existe un apoyo tangible de Estados Unidos, el equipo económico aún no dio señales claras de cambios que mejoren la sostenibilidad del esquema cambiario vigente, lo que dificulta una caída del riesgo país. En su opinión, para afrontar el pago de USD 4.216 millones el 9 de enero sería necesario reactivar el swap de monedas con el Tesoro de Estados Unidos y/o utilizar los dólares desembolsados por el FMI en abril. Quedará por ver si en las próximas semanas se anuncian medidas que den mayor certidumbre sobre la deuda y permitan reducir el riesgo en el corto plazo.
Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, señaló que la nota del Wall Street Journal sobre la supuesta suspensión de un préstamo de USD 20.000 millones de bancos estadounidenses para operar en el mercado de deuda generó inquietud entre inversores. Ese cambio en expectativas reforzó la importancia de la acumulación de reservas. Tiscornia consideró que no hay dudas de que la administración libertaria afrontará los vencimientos de enero de 2026.
Según Tiscornia, la clave será la reacción del Gobierno en las próximas semanas, cuando quienes compraron dólares antes de las elecciones los vendan para cubrir necesidades de pesos y comience a ingresar la cosecha récord de trigo. Si el Banco Central decide comprar esos dólares, el Tesoro se complicaría porque dispone de menos pesos, lo que condicionaría la gestión financiera del mes.


